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Con focas en los mares antárticos evaluarán efectos del cambio climático


Mediante focas que portan dispositivos para el monitoreo de temperaturas en las capas de hielo de la Antártida Occidental, científicos de la Universidad de East Anglia (UEA) tienen un proyecto de investigación que arrojará datos importantes para modeladores del cambio climático.


En este estudio participan también expertos de la Unidad de Investigación de Mamíferos Marinos de la Universidad de St Andrews, quienes estaban interesados en registrar el comportamiento de alimentación de las focas en la región.


A medida que el hielo en el oeste de la Antártida se derrite, se estima que el nivel del mar podría aumentar hasta 3.2 metros, y gran parte del agua se escurrirá a través de los glaciares Pine Island y Thwaites, en el Mar de Amundsen.


Las estimaciones en el aumento del nivel del mar en el futuro varían, por lo que los científicos requieren de observaciones durante todo el año para evaluar y mejorar los modelos de cambio climático.


Es por ello que los científicos estudian las aguas cálidas, saladas y profundas en el Mar de Amundsen, en el Océano Austral, para comprender cómo esta agua llega a las plataformas de hielo midiendo su temperatura, salinidad y profundidad.


Con esos datos, se estima que los especialistas en cambio climático podrían hacer predicciones más precisas sobre la rapidez con que se derrite la capa de hielo de la Antártida, según publicaron los científicos responsables del proyecto en Geophysical Research Letters y que también da a conocer en un comunicado la UEA.


Financiado por el Programa de Investigación de Estabilidad de la Capa de Hielo del Consejo de Investigación del Medio Natural, el experimento inició en febrero de 2014, cuando el equipo etiquetó siete elefantes marinos del sur y siete focas de Weddell con dispositivos que enviaban información por satélite.


Las focas lograban captar y transmitir mediciones del calor y la salinidad del agua, mientras se desplazaban por la zona y se zambullían desde la superficie del océano a través del agua hasta el lecho marino en busca de alimento.


Durante un período de nueve meses, durante todo el invierno antártico, el equipo recolectó datos de más de 10 mil inmersiones en un área de alrededor de 150 mil kilómetro cuadrados. Obtuvieron señales hasta que los dispositivos se cayeron.


Así, los investigadores descubrieron que no sólo la capa de Agua Profunda Circumpolar (CDW) es más gruesa en invierno, sino que también es más cálida y salada durante los meses de verano. Para los expertos, esto sugiere que es probable que haya más derretimiento de las capas de hielo durante los meses de invierno.


Las diferencias de temperatura fueron menos marcadas cerca de uno de los glaciares, en una región llamada Pine Island Bay, posiblemente porque las corrientes oceánicas, llamadas giros, recirculan el agua.


Helen Mallett, quien dirigió el estudio en la UEA, afirmó que esta vez lograron recolectar más información de las focas, que todas las prospecciones de barcos anteriores. Quedó claro, dijo, que al menos durante las estaciones que observamos, hubo diferencias sustanciales en la temperatura entre las estaciones.

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