Poseedor de un tono vigoroso y lleno de sonoridades, Jorge Hernández Campos experimentó con el lenguaje y la metáfora para exponer su visión de la vida, el amor y lo cotidiano. Su poesía recoge emociones como la añoranza, la alegría, la tristeza y el temor, y filtra la resignación ante un mundo que se desvanece. Octavio Paz lo nombró uno de los poetas más notables de la literatura mexicana.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), recuerdan al también ensayista, narrador, traductor, periodista, pintor y promotor cultural a 100 años de su nacimiento, en el marco de la campaña “Contigo en la distancia”.
Hernández Campos nació en Guadalajara, Jalisco, el 19 de junio de 1921. Estudió Pintura en la Academia de San Carlos, Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México, Filología hispánica en El Colegio de México y Ciencias políticas e Historia del arte en la Universidad de Roma. Fue fundador del Museo Nacional de San Carlos, jefe del Departamento de Artes Plásticas (hoy Coordinación Nacional de Artes Visuales) del INBAL y director del Munal (1984-1985).
Fue autor de los poemarios Parábola del terrón, A quien corresponda, La experiencia y El presidente. Este último, considerado emblemático de su obra, recoge su conocimiento de la historia romana y de Shakespeare, y refleja su crítica al poder en nuestro país. El escritor Vicente Quirarte ha afirmado que este volumen “pertenece no sólo al patrimonio poético, sino espiritual de México, por su significado histórico y literario”.
El propio Hernández Campos afirmó que “el siglo XX ha visto correr ríos de poesía política, de una poesía puesta al servicio de utopismos, que acabaron por derrumbarse sobre los propios poetas”.
Por su libro Sin título obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2001 (hoy Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes). El poeta Jorge Esquinca ha aseverado que fue “dueño de una voz áspera y nítida, virtud que le permitió desplazarse con libertad en zonas difíciles, como la erudición poética y la cultura estética hacia terrenos de una llaneza expresiva cotidiana”.
Además, sobresalió por su labor como traductor para la Organización de las Naciones Unidas y el Fondo de Cultura Económica, agregado cultural de la Embajada de México en España, fundador de la revista Proceso, cofundador del periódico Unomásuno y colaborador de Vuelta, Razones, Cuadernos Americanos, El Nacional, El Universal, Excélsior y Novedades.
Junto con Ernesto Mejía Sánchez, Henrique González Casanova y Juan José Arreola fundó la colección literaria Los presentes. Fue reconocido con los premios Nacional de Periodismo en 1985 y Jalisco de Ciencias, Artes y Literatura en 1997. Sus últimos años los compartió con su compañera, la poeta uruguaya Ulalume González de León.
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