Las empresas mexicanas tienen un nuevo aliado para reforzar sus prácticas anticorrupción, ya que NYCE Sociedad Internacional de Gestión y Evaluación, que lidera Pedro Cano, se encuentra lista para iniciar los procesos de certificación en el estándar internacional ISO 37001, Sistema de Gestión Antisoborno.
La llegada del estándar internacional 37001 se da en un marco en el que la corrupción parasita a gobiernos y empresas de todos tamaños a nivel mundial y en México no es diferente ya que recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó un análisis en el que estima que las actividades de corrupción y soborno le cuestan a México entre 5 y 10% del PIB.
Así NYCE SIGE suma esta nueva acreditación a su portafolio de servicios que incluyen los estándares más representativos a nivel mundial como el ISO 9001 – Gestión de Calidad, el ISO 14001 – Gestión Ambiental, el ISO 45001 – Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo; además de contar con el respaldo de ser el único integrante mexicano de la Red Internacional IQNet de organismos de certificación, que tiene su sede en Suiza.
El objetivo de ese proceso de certificación, es ayudar a las compañías y organizaciones a prevenir, detectar y responder a casos de cohecho que se produzcan en su interior, así como ser un soporte para cumplir con la legalidad; de esta manera la ISO 37001 establece los requerimientos y proporciona orientación para implementar, mantener y mejorar las medidas y protocolos antisoborno en una organización pública o privada, con o sin ánimo de lucro, sin importar su tamaño.
Ante ello, los más beneficiados con la llegada del ISO 37001 son los empresarios mexicanos, quienes a partir de ahora ya pueden contar con un sistema de gestión muy completo que les permitirá demostrar que su empresa y/o organización opera conforme a las mejores prácticas internacionales en la lucha contra la corrupción, lo cual permite demostrar a los principales accionistas y potenciales clientes que dicha empresa se encuentra comprometida con prácticas antisoborno reconocidas mundialmente, y no sólo dentro de sus propias operaciones, sino también en las transacciones de su cadena de valor global, como ocurre con grandes corporativos.
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