El 15 de marzo de 2023 se declararon en bancarrota dos importantes bancos regionales de Estados Unidos: Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank. Ambos bancos se especializaban en financiar a empresas tecnológicas y startups, muchas de las cuales también se vieron afectadas por la crisis financiera global.
La quiebra de estos bancos ha generado una ola de pánico e incertidumbre en los mercados financieros internacionales, especialmente en los emergentes como América Latina. Según la calificadora S&P Global Ratings, los bancos latinoamericanos están expuestos indirectamente a las pérdidas de SVB y Signature Bank.
La exposición indirecta se debe a que muchos inversionistas institucionales que prestaban dinero a los bancos latinoamericanos tenían también participaciones en SVB y Signature Bank. Al sufrir pérdidas por la quiebra de estos bancos, estos inversionistas podrían reducir o retirar sus créditos a los bancos latinoamericanos, lo que afectaría su liquidez y solvencia.
Además, la quiebra de SVB y Signature Bank ha aumentado la aversión al riesgo entre los inversionistas globales, lo que se traduce en mayores costos de fondeo y menores flujos de capital hacia los países emergentes. Esto podría provocar una depreciación de las monedas locales frente al dólar estadounidense y una subida de las tasas de interés.
Según S&P Global Ratings, los países más vulnerables a este escenario son aquellos con mayores necesidades de financiamiento externo, como Argentina, Brasil, Colombia y México. Estos países podrían enfrentar presiones fiscales y monetarias para estabilizar sus economías y evitar el contagio financiero.
Por el contrario, los países menos afectados serían aquellos con menores dependencias del financiamiento externo o con reservas internacionales suficientes para cubrir sus obligaciones, como Chile, Perú y Uruguay. Estos países tendrían más margen para implementar políticas contracíclicas que amortigüen el impacto económico de la crisis.
La calificadora advierte que la situación actual es muy volátil e incierta, y que dependerá en gran medida del comportamiento de los mercados financieros globales y de las medidas que adopten las autoridades locales e internacionales para restaurar la confianza y evitar el pánico.
Asimismo, recomienda a los bancos latinoamericanos que fortalezcan sus indicadores financieros, que diversifiquen sus fuentes de fondeo y que mantengan una gestión prudente del riesgo crediticio, especialmente ante sectores más expuestos a la crisis como el tecnológico.
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